Amar a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma,
con todas mis fuerzas y con toda mi mente.
Compartiendo y celebrando las realidades salvíficas de Dios
y trabajando juntos por los hermanos en penuria
a la manera de Cristo y en la medida en que Dios
nos provee los bienes para realizarlo.
de vivir como verdadera familia.